El Teclado Intervalico


La fabricación del piano interválico podría señalar un punto de inflexión fundamental en la Historia de la Música. No es ninguna locura afirmar que la música occidental, la música tonal, no existirían de no haberse inventado y construido el teclado tonal y, sobre todo, el piano tonal.


El piano es un catalizador que hace estallar la creación musical. Podemos estar seguros de que si en lugar de la disposición tonal del teclado se hubiera adoptado otra, la Historia de la Música sería distinta. Tal y tan grande es la influencia del piano en la música. Por el contrario, el resto de los instrumentos de cuerda y viento no influyen en la música más allá de lo fáctico sonoro, y viceversa, la teoría tonal o la teoría interválica no han influido en la fabricación de dichos instrumentos.


Naturalmente, es posible componer y tocar música tonal en un piano interválico, así como música interválica en un piano tonal, pero ambas combinaciones son provisionales y no dejan de ser arreglos contra natura.


La música está abocada a introducir una métrica en su espacio de frecuencias. Sea cual sea la métrica elegida, estará forzosamente dentro de los límites de la Matemática, vale decir, del Sistema Interválico. La música está sumergida en un pozo negro desde hace medio siglo y necesita salir de él desesperadamente. El Sistema Interválico no es ninguna teoría personal sino el descubrimiento inconsciente y colectivo de la verdadera naturaleza del espacio sonoro. Yo he tenido simplemente la fortuna de hacer de portavoz. El Sistema Interválico está asentando las bases teóricas de un futuro que es ya presente, pero para que el espíritu de la música vuelva a cobrar vida necesita un vehículo material, y ese vehículo material es el piano interválico.

THE INTERVALIC PIANO

UN NUEVO CONCEPTO

DEL

PIANO


por Sydney d'Agvilo

Un nuevo concepto del Piano


Aparte de lo mencionado sobre el teclado interválico e independientemente de él y del Sistema Interválico, me gustaría llamar la atención sobre el nuevo tipo de sonoridad que se desprende del piano en estas grabaciones como consecuencia de un tratamiento pianístico creo que inaudito (incluso para un discípulo indirecto de Franz Liszt -herencia técnica y musical de valor incalculable que me enorgullece mantener, transmitir y continuar en la medida de lo posible-). Se caracteriza, desde un punto de vista estético, por la eliminación de los timbres percusivos del piano y el sostenimiento prolongado del sonido formando largas colas de reverberación natural que producen la ilusión de estar escuchando un aterciopelado instrumento de cuerdas pulsadas o frotadas, no percutidas.


Debo confesar que es para mí un gran placer el perderse en la escucha de esta lluvia de armónicos naturales, el extraviarse y fundirse entre los abismos de este mar calmo de sonoridades suaves y profundas, sinuosas y relajantes, sensuales y fluctuantes, y recuperar -o inventar- así el puro placer del sonido del piano, un sonido dulcemente líquido, pleno, con cuerpo, difuminado esféricamente en el espacio como un hilo de voz canora inextinguible. Creo que el sonido de un piano -dependiendo del intérprete- puede llegar a ser tan personal y distinguible como lo es tradicionalmente en otros instrumentos, especialmente los de cuerdas frotadas y pulsadas.


Por otra parte, la arquitectura propia de la composición musical que se deriva de los principios interválicos hace posible la construcción de un tipo de estructura musical orgánica, por decirlo así, donde la fuerza generadora parte del mismo material interválico básico, de los propios intervalos, los cuales se organizan como si fueran ladrillos para construir poco a poco un edificio. Por el contrario, en los grandes estilos musicales del pasado la estructura viene invariablemente predeterminada incluso antes de iniciarse la composición, como un molde preexistente. Da igual la forma musical que se elija: el molde, la pauta estructural, es anterior a ella. Además, este molde no es posible rellenarlo con ladrillos sino que conlleva implícitamente dentro de él la forma y manera como hay que rellenarlo: mediante elaboraciones o funciones tonales, como la frase, la funcionalidad, la forma musical, etc., o mediante sus respectivas negaciones, totales o parciales, como en el caso del dodecafonismo y movimientos derivados.


El concepto de estructura orgánica está estrechamente vinculado al tratamiento rítmico. En el concepto interválico del ritmo el tempo tradicional, basado en la pulsación monótona y regular, desaparece, y es sustituido por la vibración. La vibración, por sí misma, produce un sentido del movimiento, pero este movimiento jamás llega a ser monótono ni regular porque al aumentar o disminuir la frecuencia de la vibración se produce el efecto de una delicada aceleración o desaceleración permanente y casi impreceptible (o transitoria y perceptible, según el efecto estético que se desee conseguir en cada momento). De esta manera se conforman grandes planos de oleadas vibratorias en medio de un vasto mundo oceánico inextrincablemente unido a la estructura del edificio sonoro. Todo ello confiere a la escucha de estas piezas una peculiaridad inédita que bien puede desconcertar en un primer momento, debido a que pueden pasar desapercibidos muchos de estos matices e incluso la propia estructura musical y los constantes juegos interválicos. Pero a medida que se va escuchando otras veces, se va descubriendo un infinito mundo de relaciones y de sombras, y nos enfadamos y nos sorprendemos de nosotros mismos por no habernos percatado durante tanto tiempo de relaciones que ahora nos parecen totalmente obvias. Afortunadamente, una de las características de la buena música, sino la principal, es que es eterna, que jamás nos cansa. Y no nos cansa nunca porque siempre que la volvemos a escuchar, descubrimos con deleite nuevas sensaciones e inconsútiles penumbras que no se desgastan por más que las escuchemos y disfrutemos. Creo, espero y deseo que mis improvisaciones para piano interválico se reconozcan fielmente ante esta descripción.


En definitiva, una sonoridad tan radicalmente nueva que más parece salida de un instrumento indeterminado flotando en el cosmos que del siempre percusivo piano tonal, y que propone y abre las puertas hacia un nuevo universo estético e interpretativo en el sutil e incomparable arte de tocar el piano.


Un luthier de origen francés afincado en Mallorca, acaba de ensamblar artesanalmente el primer teclado interválico del mundo con componentes encargados a la casa japonesa Roland. El aspecto del teclado es impresionante como se puede apreciar en la fotografía, aun cuando todavía falta por perfeccionar algunos detalles sobre la forma y disposición de las teclas, que deben ser todas ellas exactamente iguales y simétricas, a diferencia de las actuales teclas del teclado tonal.

© 1998 INTERVALIC COMPANY


SYDNEY D'AGVILO

A new Piano concept

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