SYDNEY

Y

EL SISTEMA INTERVALICO


por Miguel Angel Coria




El Compositor


Quede claro, ante todo, que Sydney d'Agvilo no necesita apologistas: él solo se defiende, practicando con admirable consecuencia -y contundencia- sus propias teorías.


Para entender a los músicos más actuales conviene recordar (con Walter Benjamin) que "toda revolución en arte convoca los orígenes de aquello mismo que subvierte". Siempre he dicho, además, que los jóvenes congenian mejor con el abuelo que con el padre -y me temo, Ay!, que nuestra insólita amistad confirma ese aserto. En cualquier caso es evidente que este joven músico y compositor ha rechazado las gramáticas de sus predecesores inmediatos, organizando el lenguaje musical con otra, la suya propia. Una preceptiva que no niega la historia, pero que tampoco la re-produce -o produce de nuevo- a la manera de esos postmodernos que ofertan ahora sus baratijas en los mercadillos de la cultura.


Excelente teórico, ya digo, ha escrutado atentamente el pasado, acertando a conservar para sí de esa herencia lo que sin duda posee más valor: el rigor característico de los grandes maestros. A él se suman, en su caso, la originalidad -hija de este último y de la observancia crítica de las reglas- y el buen gusto -noción, eso sí, no fácil de comprender cuando falta y que, como todo lujo, resulta imprescindible.


En estas cualidades se apoya Sydney d'Agvilo para llevar a cabo su tarea, una obra que, visto lo ya hecho, permite suponer que nos deparará muy gratas sorpresas durante largo tiempo.


THE INTERVALIC RECORD LABEL

Las Obras


Las obras grabadas en estos compact discs son puras y auténticas improvisaciones de concierto. Creo que es importante señalar que estos temas, buena muestra del talento innato de Sydney d'Agvilo para la improvisación -que, en su caso, cabría llamar composición y ejecución simultáneas- deben considerarse como obras de divulgación dirigidas al gran público, sin distinción de aficionados a los distintos géneros musicales (clásica, contemporánea, rock, jazz, new age,  etc.), distinción que Sydney d'Agvilo rechaza de plano y de la que su música es, por lo general, un genuino ejemplo de la imposibilidad de etiquetarla dentro de uno u otro género. La fusión real de los géneros musicales quizá sea una de las características de la música en la próxima era de Acuario y, en cualquier caso, parece una consecuencia o, como mínimo, un desideratum de los postulados interválicos.


Por consiguiente yo diría que estas obras no deberían ser consideradas, rigurosamente hablando, como "interválicas" en el sentido técnico del término sino, más bien, desde un punto de vista estético, como trataré de exponer a continuación si mis desvaidas fuerzas lo permiten.


Armónicamente podemos hallar en ellas influencias tonales, de la música new age, giros del soul y del jazz, y hasta aspectos propios de las baladas, junto a sencillos procedimientos interválicos engarzados entre todo lo anterior, formando un magma indistinguible para el común de los mortales.


Rítmicamente, sin embargo, nos encontramos con varias de las características del ritmo interválico: ausencia de elementos percutivos y patrones rítmicos fijos, tempo fluido y oscilante -siempre yendo o viniendo de un accelerando o de un rallentando amplísimos y casi imperceptibles-, carácter ingrávido o flotante a la vez que paradójicamente espressivo y curvado por los rubatos como si de los relojes blandos de Salvador Dalí se tratara, y creación del movimiento mediante la vibración que sustituye a la pulsación como motor del ritmo tradicional.


Por último, el concepto formal es enteramente interválico: la construcción ladrillo a ladrillo de una estructura que adquiere su significado a medida que va creciendo -una estructura generada a partir de la microforma-, aun cuando en este caso la microforma no esté constituida por estrictos elementos interválicos sino por una congregación de elementos amalgamados por una estética interválica común. En fin, obra abierta, sin final, que acaba simplemente cuando su propia estructura autogeneradora se detiene, ajena a los moldes formales tradicionales y al lenguaje del "desarrollo" entendido como discurso musical.

El Sistema Interválico


Hacer un comentario sobre una obra tan vasta como el Sistema Interválico de Sydney d'Agvilo, incluida, por si fuera poco, en una obra literaria y musical de una amplitud, llamémosla, deliciosamente avasalladora -casi inexplicable si tenemos en cuenta la juventud de su autor- e inédita en su totalidad hasta 1995 (no olvidemos que El Sistema Interválico fue escrito en el año 1986), no es una tarea fácil. De hecho me atrevería a decir, para hacer justicia a su autor, que ronda lo imposible. No obstante, espero que las siguientes líneas puedan aportar algo de claridad al neófito en estos lares.


El Sistema Interválico de Sydney d'Agvilo es sorprendentemente original, profundo y brillante. A partir de la sustitución de la nota, como elemento ordenador de la música, por el intervalo, construye toda la Música de nuevo, de manera que el Sistema Tonal queda englobado en una teoría más amplia: el Sistema Interválico. Se trata, sin duda, de la única teoría musical coherente que se haya propuesto hasta el momento, dado que los incontables métodos de composición aparecidos a lo largo de este siglo no son sino procedimientos para componer (o des-componer, según los casos), pero en modo alguno pueden llamarse teorías, como bien apuntó en primer lugar Arnold Schoenberg, ya que, aparte de ser incompletas e incoherentes en la generalidad de los casos, no cumplen con un requisito esencial que ya fuera formulado por Niels Bohr: "toda teoría debe englobar a las anteriores, quedando la antigua como un caso límite dentro de la nueva". Este requisito es obvio, puesto que lo que necesitamos es ampliar nuestro conocimiento, no reducirlo, y esto difícilmente se podrá conseguir con una teoría más débil que no incluya en su seno los éxitos de las teorías que la han precedido. Es decir, toda nueva teoría será, inevitablemente, más general, más potente y con un mayor grado de abstracción (o simplicidad lógica en sus premisas) que las anteriores. Este es el caso de la Teoría de la Relatividad de Albert Einstein con respecto a la Mecánica Clásica newtoniana y, asimismo,el caso del Sistema Interválico con respecto al Sistema Tonal.


No podemos predecir el futuro y, por tanto, es arriesgado aventurarse a emitir un juicio sobre las repercusiones que va a tener el Sistema Interválico (sobre todo si tenemos en cuenta el tortuoso camino que han tenido que recorrer todos los grandes descubrimientos para ser generalmente aceptados). No podemos saber si va a ser capaz de sacar a la Música de su actual crisis de fundamentos que dura ya medio siglo, pero una cosa es cierta: el Sistema Interválico es el único camino que se ha logrado abrir hasta el presente y, por ello, no nos queda más remedio que agarranos a él como a un clavo ardiendo.


Sydney d'Agvilo ha puesto y expuesto en su libro sobre el Sistema Interválico del mismo nombre los fundamentos de su teoría. Una teoría que ha abierto multitud de puertas por las que todavía nadie ha entrado y que están esperando ser atravesadas. En mi opinión, veo como campos recién descubiertos que deberían ser investigados los siguientes: Epistemología de la Música, Estética del Sistema Interválico, Informatización de la Armonía Interválica, Aplicación de los conceptos interválicos a la enseñanza de los instrumentos de arco desde el nivel elemental, Filosofía e implicaciones filosóficas del Sistema Interválico, Estudio histórico de los criterios de evolución de la Música, Investigación y desarrollo de posibles nuevos aspectos técnicos de la teoría, etc.

HOME

BACK

M  U  S  I  C

N T E R V A L I

C

®

I